“Recuerdo mis tardes en días de semana cuando tenía 7 años, y mis padres tenían un colegio de primaria.
Después del almuerzo, me escabullía al salón principal y sacaba los rompecabezas más grandes que se encontraban guardados en el depósito de materiales.
Escogía los más interesantes para mí, según las imágenes que se veían en las tapas. Me dedicaba a armarlos durante todo el tiempo que me fuera posible hacerlo.
Primero que nada, observaba la foto de cómo debía verse el rompecabezas terminado.
Había verdaderos sueños en pinturas de paisajes que yo me soñaba algún día conocer. Estaban Disney Word, La selva de Tarzán, el sorprendente Hombre Araña y todas las maravillas que me animaban a buscar las piezas necesarias, para construir la imagen completa.
Al tener esos bellos cuadros detrás de la tapa del rompecabezas, me era más sencillo acabar de armarlo. Luego buscaba otro y otro más, hasta que llegaba la noche y me iba a dormir.
Me acostaba pensando en aquellas figuras, conocer Disney Word fue un sueño que de niño me hacía muy feliz.
Después de unos años y al ingresar a un colegio de secundaria, mis padres perdieron la escuela por deudas, entrando en una asfixia económica, que duraría mucho tiempo.
Me olvidé de esos rompecabezas poco a poco, porque fui olvidándome también de esas imágenes que alegraban las tardes solitarias en mi niñez.
Me dediqué a ser adulto, a manejar una tiendita por 23 años, a ser un padre malhumorado y deprimido por la diabetes, las deudas y la escasez de dinero.
Creo que a todos nos pasa que, olvidamos nuestros sueños, nuestro fin en mente o nuestra visión.
Ahora, desde una nueva manera de ver la vida, me doy cuenta que si no tienes un sueño, no puedes priorizar lo importante en tus actividades diarias; porque no tienes la imagen de lo que quieres realmente.
Si no tienes la imagen primero, no logras nada. Porque irás armando rompecabezas, pero, sin saber cómo se verían terminados.
O lo que es peor aún, armarás rompecabezas tan pequeños y ajenos, que vivirás una vida sin incentivo y sin pasión.
Cuando encontré las imágenes de mis proyectos olvidados y las sostuve nuevamente, pude poner en orden las prioridades que me están llevando a alcanzar la cristalización de lo que tanto soñé de niño.
Ahora sé lo que quiero en la vida,
todos los días busco las piezas que me faltan y voy armando mis más fervientes anhelos, aquellas metas que dejé de lado por creer que ya estaba viejo y cansado, por creer que tal vez mi vida estaba terminada y condenada al fracaso.
Me siento como un niño de nuevo, con la misma pasión que pasaba horas en el salón de clases de mi madre. Soy feliz nuevamente.
Una voz interior me grita todas las noches al acostarme:
¡Sueña y Construye!”
Aquí te dejo estos cursos a los que puedes acceder para seguir educándote!!
https://hotm.art/12Formas_TittoG
https://hotm.art/DeCeroaSpeaker_TittoG
https://hotm.art/Instagram3
https://hotm.art/PowerSales_TittoG
https://hotm.art/Pack5Cursos