Ser agradecidos aporta grandes beneficios a nuestra vida, ya que traducir nuestro reconocimiento en una palabra o una muestra de atención particular mejora nuestras relaciones sociales, así como también nuestro bienestar sicológico y físico. Lastimosamente, existen personas que no conocen esto, ya sea por razones de crianza, personalidad o educación. En esta oportunidad quiero compartir contigo algunas señales que estas dan para que puedas identificarlas en tu vida.
¿Cómo lo hacemos? Pues bien, el desagradecido siempre asumirá, sin ningún tipo de reparo, que el resto de gente está a su servicio y que la ayuda le debe ser dada solamente “porque sí”.
De esto trata la primera característica: Siempre necesitan algo. Estas personas siempre necesitarán un favor y creerán que su contratiempo es más importante que el del resto, además de que siempre esperará a que alguien más le soluciones los problemas. Es más, muy raras veces se detendrá a escuchar los problemas del resto ya que solo los suyos son importantes.
Esto está ligado a la segunda característica: Nunca estará disponible para los demás. Estas personas olvidan que una forma de ser agradecido es también estar presentes cuando el resto requiere de ayuda. Esto conecta mucho con el punto anterior en el sentido de que estas personas se sienten como prioridad y creen que nada más que ellos mismos es importante. No son acomedidos ni mucho menos condescendientes.
La tercera característica es esta: Esperan recibir ayuda como si fuera una obligación: Ellos consideran que sus amigos y familiares deben correr a su rescate cada vez que se encuentran en una situación complicada. En lo más profundo de sus conciencias asumen que “les debes algo” solamente por ser llamado amigo y, como consecuencia, tu ayuda debería ser natural para ellos.
La cuarta característica dice así: Tienen que ser el centro de atención ¡Ya mismo! ¿Te diste cuenta alguna vez de que a esta clase de personas siempre le sucede una emergencia? Es porque, habitualmente, son desorganizadas en cuestiones de horarios ya que saben que de esa manera pueden tener un problema con el cual llamar la atención de los demás.
En quinto lugar: Son desleales: Las personas malagradecidas difícilmente son leales o confiables. Que no se te haga extraño que, luego de haber dejado tus responsabilidades a un lado por ir en su ayuda, se dediquen a mentir y hablar mal de ti en tu ausencia.
Por último: La gente malagradecida te genera culpa. A pesar de que siempre te esforzaste, siempre estuviste, siempre acudiste a su llamado, si en alguna ocasión no pudiste responderles, te lo recordarán hasta el fin de los tiempos, ya que para el malagradecido no existen razones.
Ahora que tienes esta útil guía de reconocimiento de gente malagradecida, empieza a analizar tu vida y fíjate si tienes a alguien así en ella. No permitas que nadie se lleve tu paz ni tu amor propio. Preocúpate en cultivar mejor las verdaderas amistades, esas que te nutren y aportan a tu vida. Ya lo sabes, no sigas perdiendo el tiempo con personas que no te suman.