-Vamos amigos, guardemos detrás de aquellos arbustos la carreta, allí comeremos a nuestras anchas antes que llegue el labrador- dijo la astuta paloma.
Entonces los tres pequeños animales, tomaron distintas posiciones de la pequeña carreta, amarraron unas soguillas en tres lados de ella y empezaron a tirar con todas sus fuerzas.
La paloma tomó vuelo y la dirección en la que jalaba era hacia arriba, el perro tiraba hacia un hueco que había cavado y el pato trataba de llevar la carreta hacia la laguna más cercana.
Por mucho esfuerzo que hacían, no llegaban a ningún lado. El hambre los hacia potencializar sus intentos, sin embargo, después de varios minutos, no habían movido la carreta en ninguna dirección.
-Seguramente no están echándole ganas a lograr mover la carreta hacia los arbustos. ¿No tienen Hambre? – Dijo la paloma nuevamente
-Claro que tengo hambre, solo que ustedes no ponen el empeño necesario para mover la carreta- Argumentó el perro.
-Pero si veo claramente que soy el único que realmente trabaja para que los demás coman. Esto no es justo- Se quejó el pato.
Mientras discutían, volvían a intentar llevar la carreta detrás de los arbustos, pero nuevamente descubrían que para nada movían la carreta. Y el hombre estaba por llegar.
Los tres hambrientos animales, culpaban a los demás miembros del equipo, del fracaso repetido. Y es que los tres, seguían patrones naturales distintos y no lograban ponerse de acuerdo.
Entonces llegó el labrador, tomó la carreta y se la llevó a su casa para repartir el pan con sus hijos.
Tristes los animalitos, disolvieron la sociedad para lograr conseguir alimento y se separaron. Pero el perro, quizá por ser el más viejo de los tres, entraba en reflexiones de lo acontecido:
– ¿Y si la paloma, se hubiese puesto a vigilar si venia el hombre? ¿mientras el pato mojaba mi frente con agua de la laguna y yo me dedicaba a, jalar solo la carreta hacia detrás de los arbustos? ¡Vaya! No supe aprovechar las diferencias de nuestros talentos y nos quedamos sin comer.
Así, en los equipos humanos sucede esta historia muy a menudo. No nos damos cuenta que en nuestras diferencias se encuentra nuestro poder. Y en lugar de celebrar las diferencias, las condenamos, o toleramos apenas.
El poder de un equipo, se encuentra en sus diferencias, pero para descubrir ese poder, se requiere de liderazgo. El líder, es aquel que crea sinergia de las diferencias de las personas que lidera. Ese es su verdadero talento.
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