A pesar de que por esa avenida en la que él estaba pasaban muchos transeúntes, casi nadie le ayudaba, por lo que el vaso que ponía delante suyo para recibir monedas permanecía casi siempre vacío.
Un día, cuando la mañana ya estaba algo avanzada, un publicista pasó por aquella zona y observó la situación del hombre ciego, miró su cartel y se percató de cómo nadie le daba dinero. Luego de pensar por un momento se acercó a él, tomó su cartel y le dijo: “Hoy no te voy a dar dinero, hoy escribiré algo en tu cartel”, y eso hizo, escribió algo en él, luego lo volvió a poner en su lugar y se fue.
El ciego se percató de lo que había pasado y enseguida pudo notar el cambio. Gran cantidad de personas se paraban a su lado mientras que él no podía dejar de escuchar el sonido de las monedas cayendo en su vaso. El recipiente no demoró en llenarse ni siquiera un par de horas, por lo que el hombre, totalmente asombrado, le preguntó a uno de los transeúntes que pasaban por ahí qué era lo que decía el cartel. El desconocido entonces le contestó:
“Tu cartel dice: Sé que es un día hermoso. Tú puedes verlo. Yo no”.
Todo se puede decir de distintas maneras, y no se trata de una cuestión de creatividad o talento, sino de simple sentido común. La empatía de la que nos habla esta historia se puede aplicar perfectamente en los negocios y en la vida. Recuerda siempre que toda comunicación tiene un receptor, cada cosa que tú dices tiene alguien que la escucha y es importante entender que todo mensaje que envíes debe estar pensado para su cerebro y sus sentimientos, no tanto para los tuyos. Piensa en el mensaje que quieres mandar un moldéalo en función de cómo piensas que podría ser más efectivo para poder lograr aquello que estás buscando. Recuerda siempre que la empatía y la persuasión se hacen siempre sobre las ideas de la otra persona, no solamente sobre las tuyas. En lugar de una súplica que podría resultar molesta para la mayoría, la historia utiliza algo distinto, ya que se llama la atención sobre aquello que significa ser ciego: perderse de cosas tan simples como disfrutar de un bonito día. Ten en mente esta historia la próxima vez que desees comunicar algo y recuerda que tan o más importante que decir algo es saber cómo lo dices.