El que todo agradece, todo merece

Esta es la historia de un tirano rey de una muy antigua comunidad el cual tenía diez perros salvajes que eran usados para sembrar terror entre sus detractores e incluso hacía que se devoraran a aquellos que cometieran el más mínimo error.

Un día, uno de los criados que pasaba por su lado cometió el infortunio de pisar causalmente uno de los pies del rey, el cual, sin ningún miramiento, mandó a que sea arrojado a sus perros.

“Eres un tonto. ¿Cómo te atreves a siquiera tocarme? ¡Esta ofensa te costará muy cara!”, le dijo enfurecido al muchacho.

El joven, totalmente desesperado, le suplicó: “No fue mi intención, su majestad. Le he servido los últimos diez años de mi vida, por favor, perdóneme. No me haga esto. Deme diez días antes de que me arroje a los perros”.

El rey aceptó la súplica del joven y le concedió los diez días. Entonces, el criado fue donde estaba el criador de los perros y le pidió que le dejara conocerlos y pasar tiempo con ellos, ya que necesitaba estar acompañado durante los últimos diez días de su vida porque no tenía familia ni hijos. Ofreció también cuidarlos y asearlos, algo que el guardia, un poco confundido, terminó aceptando ya que significaría un poco de descanso para él.

Sin perder un solo día, el muchacho empezó a alimentar y a cuidar a cada uno de los diez perros, pasando casi las 24 horas del día con ellos. Al acabar el plazo de diez días, el cruel rey ordenó que el criado fuera lanzado a los perros, y así lo hicieron sus guardias. Cuando el rey ya estaba sentado en primera fila para empezar a disfrutar de aquel sangriento espectáculo, se llevó una tremenda sorpresa. Lo que empezaron a hacer sus temibles bestias salvajes fue simplemente olfatear al criado, lamer sus pies y saltar a su alrededor, jugando con él. El monarca, totalmente furibundo, empezó a gritar: “¿¿Qué es lo que ha pasado con mis perros??”

El criado entonces se puso de pie y le dijo: “Yo serví a estos perros solamente diez días y no se olvidaron de mí. A usted le serví durante diez años y se olvidó de todo en cuestión de segundos por un pequeño error”.

El rey entonces se di cuenta del horrible acto que estaba cometiendo y ordenó la inmediata liberación del sirviente, pidiéndole perdón y agradeciéndole por la increíble lección que le había dejado.

Muchas veces nos ocurre que olvidamos a aquellas personas que estuvieron allí para nosotros en nuestros momentos más duros y difíciles. Aquellos que nos cuidaron en nuestras enfermedades o aquellos que nos fueron a visitar cuando estuvimos mal. Quienes nos preguntaron si estábamos bien o cómo nos encontrábamos cuando nadie más lo hacía. Jamás te olvides de aquellas personas que estuvieron allí contigo cuando empezaste tu gran sueño, desde el inicio, cuando el resto se burlaba y nadie daba ni un peso por ti al contarles lo que querías hacer, la carrera que querías estudiar o el viaje que querías realizar, nunca te olvides de aquellos que te apoyaron siempre y te empujaron a que cumplieras todos tus más grandes anhelos. Valora la lealtad de las personas y sé agradecido con aquellos que más lo merezcan, porque el hecho de que ahora estés en donde estés significa también que hubo personas que creyeron en ti, en tu potencial, en tus capacidades y que siempre estuvieron a tu lado.

No permitas que tu memoria te condene, el ser agradecido con los demás te da mucho valor como ser humano. Piensa siempre en las personas que te demuestran su amor y guarda siempre para ellos un lugar especial en tu vida.

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