Esta es la diferencia entre lo urgente y lo IMPORTANTE: El hombre del faro

Un hombre es contratado para cuidar de un faro. Su labor principal y crucial, era mantener encendida su luz.

El trabajo se encontraba cerca de un poblado de personas muy amables, que a veces llegaban y conversaban con él. Fue sencillo hacer amigos en aquel lugar.

Cierta vez, una mujer llegó para rogarle que le regalara, un poco del petróleo que tenía para alimentar la llama de la enorme lámpara, pues su hogar se encontraba a oscuras y sus pequeños hijos, estaban asustados mientras ella trabajaba. El guardián sintió compasión y trajo un balde de petróleo que entregó a la pobre madre de familia.

Sintiéndose contento de haber podido ayuda a alguien, se fue descansar. A la mañana siguiente, un pobre labrador se encontraba en su puerta para pedirle petróleo, pues la rueda de su carreta estaba a punto de romperse por falta de lubricación.

-Ayúdame guardián, apóyame que, si no llego a vender mis legumbres, no llevaré nada a mi hogar.

El hombre del faro volvió a sacar más petróleo, y se lo entrego al pobre labrador. Luego un padre de 5 hijos, le pidió también un balde de petróleo, pues el frio que se sentía en su casa, no podía permitir que durmieran sus pequeños.

-Ayúdame amigo mío, guardián del faro, dame un poco de petróleo, no tengo de dónde comprarlo, estoy sin trabajo y mis hijitos lo necesitan.

Nuevamente el hombre se compadeció de su semejante y volvió con un balde de petróleo. Así fueron llegando cada vez más y más personas, que pedían petróleo por distintos motivos. Su nobleza le ordenaba ayudar a los demás y no podía negarse, pues todas las peticiones le parecían legítimas y justas. Sintiéndose en la necesidad de agradar a la gente del pueblo, no se daba cuenta que cada vez le quedaba menos combustible para la llama del faro.

Un día que tenía que llegar, la luz del faro se apagó, por la noche no hubo iluminación que alumbrara la ruta de los barcos, estos se estrellaron contra las rocas, hundiéndose con ellos cientos de vidas. Muchos murieron.

Cuando las autoridades llegaron, sentaron al guardián en un banquillo y le preguntaron qué fue lo que pasó.

El hombre con tristeza narró todos los hechos, tratando de que le entendieran, que solo quería hacer el bien a la comunidad.

El alcalde del pueblo entonces le increpó:

-Señor le dimos el petróleo, con un único propósito: ¡Mantener el faro encendido!

Quizá lo Urgente se vea legítimo y justo. Pero sólo el que, no quita la vista de lo verdaderamente IMPORTANTE, entenderá sus prioridades.

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