Grabar los problemas sobre la arena y los buenos momentos sobre piedra

Por las tardes, Frank y Doris, una pareja de esposos muy amable caminaba siempre de la mano por la orilla del mar, como enamorados perpetuos, siempre sonrientes, siempre unidos uno al lado del otro.

La gente de aquella playa en Barranco, los vio así durante años, sus hijos crecían felices viendo como papá y mamá se abrazaban y jugueteaban como dos adolescentes.

Una de esas tardes, una sombra fugaz cruzó por encima de la pareja. Un mal entendido de parte de Frank, generó palabras horribles e hirientes para Doris, quien no podía creer lo que su amado esposo le decía. Las lágrimas no tardaron en aparecer en el tierno rostro de ella, sin embargo, Frank no fue capaz de detenerse a tiempo, el daño, ya se había hecho.

Doris secó sus mejillas y respirando profundamente, tomó una concha de abanico para grabar la última frase, que oyó de su esposo, sobre la arena seca de la orilla.

A la mañana siguiente, Doris caminaba sola por la playa, meditabunda con respecto al suceso del día anterior. Recordaba lo duro que fue, por eso había preferido salir sola, se sentía aun dolida por el tonto comportamiento de Frank.

Nunca le había hecho tanto daño oír palabras así, jamás pensó que la persona que amaba tanto, se comportaría de esa manera. En todos los años de estar juntos, nunca había llegado a lastimarla así. Por eso quizá, decidió escribir sobre la arena, las infelices frases de su marido.

Tan profundamente se encontraba sumergida en sus ideas, que no se dio cuenta de una medusa marina, que se encontraba debajo de la espuma del agua de mar. Al pisarla con la planta de su pie desnudo, los hincones causados por la electricidad le paralizaron de inmediato por el dolor. Cayó sentada aun lado de la arena mientras gemía de dolor.

Fue entonces que Frank llegó hasta donde ella se encontraba y consiguiendo hielo de uno de los puestos de helados, que estaban cerca, le bajo el dolor, no sin antes quitarle partes de los tentáculos adheridos al pequeño pie de su amada esposa. El mismo se lastimó los dedos con la desesperación, pero después de una hora, el dolor en ambos había cesado.

Entonces Doris cogió una pequeña piedra filuda, saltando en un pie hasta una enorme roca que se encontraba varada desde siempre lejos de la orilla y, empieza a escribir la fecha del día, seguida de la frase: “Hoy Frank, el amor de mi vida, me salvó de la medusa”

Los buenos momentos que pasas con alguien a quien amas, se deben grabar en piedra para siempre. Así perdurarán toda la vida.

Y los errores que cometamos en etapas de disgusto, que de hecho las van a haber, esos pasajes escribámoslos en la arena.

La marea subirá y se los llevará, con la caída de cada tarde.

 

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