– Bueno Nacho, la verdad…
– Tranquilo, solo quería contarte acerca de la profecía de mi madre, que logré traerme abajo.
Entonces empecé a prestarle atención a mi amigo. Respiró profundo y luego continuo:
– Mi madre me dijo un día de invierno, mientras refregaba la ropa que lavaba en la tina de madera vieja, una frase que me persiguió durante muchos años:
“El hombre que llega a los 40 y no logra nada en su vida, ya no lo hará jamás”.
Tenía 47 años y manejaba un taxi con orden de captura por deuda, que se quedaba botado por falta de mantenimiento, con las llantas totalmente desgastadas, hasta lo más mínimo.
El banco había solicitado que donde me encontrará un patrullero, detuviera mi vehículo para llevarme al depósito. Pues eran 3 las letras que debía, las últimas de 60 de ellas, que me faltaban pagar.
Siempre me encontraba con sueño de no poder dormir por el estrés, por la diabetes que me causaba estragos terribles, cansancio, sed y nauseas, por las deudas, por el estado tan delicado de mi relación con mi mujer y mis hijos.
Mi familia estaba casi destruida y no podía pagar la mensualidad del departamento que alquilaba para mí y mis hijos mayores de entre 11 y 14 años.
Intente 6 veces prosperar empresas de taxis, pero cada intento me dejaba más endeudado que la vez anterior.
Lo que es peor, arrastraba a más taxistas conmigo que, luego me culpaban del fracaso de las dichosas empresas que formábamos.
Solo conocía fracaso tras fracaso en ese momento.
Y era entonces, justo en ese momento, que llegaban a mi esa mi mente, aquellas palabras de mi madre.
“El hombre que llega a los 40 y no logra nada en su vida, ya no lo hará jamás” …
Y yo acababa de cumplir 47.
Llegué a pensar, que quizá ella tenía razón.
Ahora me doy cuenta de que, sin quererlo, mi madre me programaba para el fracaso.
No era su intención, claro que no, era inconsciente de ello.
Pero no era cierto lo que decía. Ella no lo sabía, pero todos podemos cambiar nuestro futuro y cuando lo decidimos, es cuando empezamos a vivir. Por esto, ahora con 65 años, logré ser libre y próspero. Y tengo para rato Titto”
Después de escuchar a mi amigo Ignacio, pienso una y otra vez en sus palabras: “La mejor manera de profetizar el futuro, es construyéndolo”
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