Los paradigmas, siempre encuentran una razón coherente para validarse a sí mismos.
Tanto es así que, en plena era de la información, seguimos encontrando una mentalidad muy simbiótica, con respecto a antiguas creencias de la era industrial.
Y es que, a pesar de ser un hecho que la era industrial quedo en el pasado, muchas personas siguen apostando por obtener resultados, en una realidad que ya no existe. Los padres siguen programando a sus hijos con información y mitos que solo refuerzan el paradigma, mas no la realidad en sí.
Esta poderosa tendencia que nace de un paradigma se puede explicar con la siguiente historia sobre la independencia de los Estados Unidos de Norte América.
Luego de expulsar a los realistas de América del Norte, la nueva nación se proyectaba a ser una República administrada por un presidente. Así que los norteamericanos eligieron al General George Washington, quien los lideró en las batallas contra los ingleses, para que sea el constructor de la nueva forma de gobierno.
Convertido en el héroe de la independencia, era de esperar que fuera la persona indicada. El problema surgió años más adelante, cuando los “libres” ciudadanos le pidieron al general que tuviera un hijo…
¿Un hijo?
Si exactamente como usted lo lee, un hijo que tomara la batuta del gobierno, cuando Washington no se encuentre entre los vivos.
¿Y porque no elegir a otro sucesor en elecciones generales?
¡Pues porque no creían en la democracia!
Estaban tan acostumbrados a ser gobernados por reyes y príncipes, que no entendían el nuevo paradigma de ser república. Y es que, 300 años de programación no se iban a ir al tacho de la noche a la mañana.
El Paradigma subyacente (ser súbditos de un rey) seguía firme en la gente de aquella nación.
Pienso que lo mismo le está sucediendo a la gente en este momento. La gran mayoría de la humanidad sigue con el paradigma industrial y, al no entender el nuevo modelo que rige sus ingresos, siguen actuando según estos patrones de comportamiento, esos antiguos mapas que los llevan a direcciones equivocadas. A puertos a los que nunca hubiesen deseado llegar.
Todo está en la mente, debemos de recurrir a nuevos mapas de navegación. La brújula puede ayudarnos mucho más que una carta geográfica.
Solo el 5% de la humanidad, logrará adecuarse a los nuevos cambios y tener éxito. El otro 95%, no sabrá jamás que fue lo que paso.
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