O sea, no están conscientes de la verdadera intención del problema expuesto.
En San Francisco Estados Unidos, se llevó a cabo un experimento como este.
El director de un colegio les pidió a 3 profesores que por favor se encargaran de una tarea específica:
“Les hemos detectado a ustedes como los mejores profesores del sistema educativo y por ello les pido que se encarguen de la educación de los 90 alumnos con el mejor coeficiente intelectual que tenemos. Todo el año escolar, serán ustedes quienes los acompañen en su desempeño, manejen su propio ritmo y vean cuanto pueden aprender estos chicos.
Pues bien, manos a la obra.
El proceso fue realmente extraordinario. Los maestros estaban muy entusiasmados, los alumnos y la facultad educativa también por supuesto. Ese año profesores y pupilos disfrutaron mutuamente de operar en equipo. Los educadores pusieron especial atención y pasión al saberse los mejores profesores y que además trataban con los mejores educandos.
De parte de los muchachos brotaba la misma satisfacción y se notaba en los rostros optimistas y satisfechos de cada uno de ellos.
Terminado el año y terminado el experimento, los estudiantes consiguieron entre un 20% a 30% más calificación que el resto de los alumnos del centro educativo. Entonces el Director llamó a los maestros a su oficina y les dijo:
“Debo confesarles algo, ustedes no tuvieron a 90 estudiantes de alto nivel intelectual, eran estudiantes comunes y corrientes. Tomamos a 90 estudiantes al azar de todo el centro y se los entregamos”
Los maestros se miraron sorprendidos, uno de ellos exclamo entusiasmado: “Entonces somos maestros excepcionales”
El Director quedó mirándolos nuevamente y les dijo: “Tengo otra confesión que hacerles: ustedes no eran los maestros más brillantes. Sus nombres fueron simplemente los primeros que salieron al azar de un sombrero”
¿Qué fue lo que causo la diferencia?
¿Por qué profesores comunes y corrientes y alumnos comunes y corrientes, lograron desempeño tan superior durante todo el año?
La diferencia claro está, fueron las expectativas de ambas partes.
Cuando las expectativas son claras y altas, pueden ser muy provechosas para quienes las tengan en cuenta en su labor cotidiana.
Pueden determinar nuestra ACTITUD.
Trata a las personas como quieres que ellas sean, entonces responderán según como las trataste.
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